"yo los escucho y los veo a veces, esa es una de las razones por las que nadie viene a este lugar"
Thomas la observa por primera vez entrando en el hotel junto con sus padres, algo en el se siente raro, es la primera vez que le pasa, se siente como un extraño hormigueo recorriendo su cuerpo, se la quedó mirando fijamente desde la esquina del lobby mientras sus padres se registran en recepción, ella empieza a caminar de un lado al otro con su mochila rosada y abrazando un gran conejo blanco de peluche. Thomas se le acercó asà sin más y le pregunto:
- ¿Cuántos años tienes?
- ¡Diez! - responde la niña. Lo miraba algo extrañada, por unos segundos Thomas pudo ver como sus pupilas se dilataban, los ojitos verdes de la niña brillaban con suma curiosidad.
- ¡Yo también tengo diez!, - respondió Thomas algo tÃmido. La niña volteo su miraba a todo su entorno, observaba las paredes de madera, el techo que parecÃa que se iba a desplomar, miraba los muebles sucios y polvorientos, las cortinas que permanecÃan cerradas y hacÃan ver el lugar mucho más oscuro.
Thomas en cambio la observaba a ella, cabello castaño claro sutilmente amarrado con su colita de caballo, las pecas que iluminaban sus cachetes y sus dientes blancos y grandes.
-Este hotel esta embrujado, ¿sabÃas? - Le dijo el niño buscando llamar su atención. La niña volteo su mirada hacia él y con aire de valiente le respondió.
- ¡No le tengo miedo a los fantasmas!
- ¡Yo tampoco! – responde el niño- De vez en cuando los veo paseándose por los pasillos, son como sombras que caminan y hacen ruidos. Si quieres podemos recorrer el lugar para que veas.
La verdad era que el niño nunca habÃa visto ningún fantasma allÃ, lo máximo que habÃa escuchado era uno que otro ruido extraño, pero de alguna manera querÃa impresionar a la niña y tener oportunidad de verla después.
Los padres pagaron por la habitación, acto seguido llamaron a la niña para que los acompañe hacia la habitación en el primer piso.
-Me llamo Thomas y tú?
-Carolina- respondió la niña mientras subÃa las escaleras con sus padres. El niño la contemplo hasta que subió por completo las escaleras.
Esa tarde Thomas hizo lo mismo que todos los dÃas, se dedicó a pasear por los pasillos del segundo piso del viejo hotel, mientras los recorrÃa iba sutilmente dando golpecitos en la pared, era una manÃa que tenÃa desde que se mudaron a vivir allÃ. El padre de Thomas tiempo atrás habÃa sido vÃctima de una estafa que lo hizo caer en la bancarrota, se habÃan prometido estar solo unas semanas viviendo en el deprimente hotel, pero esas semanas se habÃan vuelto ya dos años y contando, no tenÃan dinero para ir a ningún otro lado, los padres del niño permanecÃan siempre encerrados en la habitación 203 la mayorÃa del tiempo no hablaban y si lo hacÃan empezaban a discutir, por eso el niño preferÃa deambular por los pasillos y de vez en cuando bajar al lobby y observar a la única persona que atendÃa el hotel: Margot la señora de recepción, era una anciana de unos 70 años, siempre callada , casi nunca hablaba, era la dueña del lugar, no tenÃa botones, ni mucamas, ni asistente, solo era ella nada más, asà que normalmente se la pasaba todo el dÃa caminando de un lugar a otro. Thomas le tenÃa algo de miedo a la anciana asà que nunca le hablaba solo se limitaba a verla deambular de un lado a otro.
Mientras caminaba por los pasillos escucho que en el piso de abajo se abrÃa una puerta, Thomas sabÃa que en el primer piso no habÃa nadie más que la familia recién llegada, asà que bajo rápidamente y asomo la cabeza por el pasillo del primer piso para contemplar a Carolina que estaba afuera de su habitación. El niño la saludo de nuevo y la invito a caminar por el hotel un rato.
Thomas conocÃa al revés y al derecho el lugar asà que la llevo a conocer todos los lugares que más pudo. Recorrieron el patio, la cocina, las bodegas, entraron en ciertas habitaciones que permanecÃan sin llave. Luego de un largo rato de recorrido Carolina le dijo algo decepcionada y con tono de reclamo:
-No he visto ningún fantasma, ningún ruido, ¡nada!, me mentiste.
-Talvez ahora no se manifiestan, pero si hubieras visto y escuchado las cosas que yo entonces sabrÃas que este lugar esta embrujado.
- ¿Qué cosas has visto? ¿Se puede saber? – pregunto la niña algo intrigada. Thomas demoro unos segundos en inventarse una historia, él era bueno para esas cosas. Ambos se sentaron unos minutos en la escalera y este le conto:
-A las pocas semanas de mudarnos a este hotel conocà a una familia, la madre y el padre se la pasaban peleando e insultándose todo el dÃa, incluso se escuchaban golpes, cuando sucedÃa eso el hijo de ellos salÃa buen rato de la habitación y nos ponÃamos a jugar hasta que daba la noche, era muy amigo mÃo, un dÃa estando yo en mi habitación escuche unos disparos, me asusté mucho y no quise bajar, al rato escuche que llego la policÃa y entre ellos contaban lo que habÃa sucedido: el esposo harto de escuchar los reproches de su mujer un dÃa le propino varios disparos en la cabeza, luego asesino a su hijo para finalmente suicidarse. Desde ese dÃa se puede ver merodeando el fantasma de la familia por este hotel, yo los escucho y los veo a veces, esa es una de las razones por las que nadie viene a este lugar, en todo el pueblo se corrió el rumor de que esta embrujado.
La niña al escuchar esta historia se intrigo aún más. Ella tenÃa una fascinación extraña por lo paranormal.
-Me quedare con mis padres solo hasta mañana, ya que este lugar no les gustó, dicen que está muy viejo y feo. Ojalá y pueda ver algo de lo que me cuentas.
Thomas se entristeció al saber que su amiga se irÃa al dÃa siguiente, le agradaba mucho, sabÃa que cuando ella se marchara estarÃa solo de nuevo, ya que en ese lugar los únicos huéspedes eran él y sus padres, y muy de repente alguno que otro visitante ocasional que llegaba, pero se marchaba más temprano que tarde. Ya estaba oscureciendo asà que el niño acompañó a Carolina a su habitación, mientras caminaban hacia allá él le pregunto:
-Tienes hermanos?
-No tengo hermanos, pero tengo una amiguita que pasa todo el dÃa conmigo en casa jugando se llama Clara-los niños habÃan llegado a la habitación de Carolina, ella toco la puerta y le abrió la mama.
-Mami, él es Thomas, me llevo a conocer el lugar- le decÃa la pequeña señalando al niño esperando que la madre le permitiera quedarse un rato más con su amigo. La madre estaba hablando por teléfono y con desdén casi ignorando a los niños respondió:
-si… si… hola Thomas, entra Carolina por favor ya es tarde. Los niños se despidieron, Thomas se fue a su habitación.
Al dÃa siguiente Thomas muy temprano habÃa salido a deambular por los pasillos esperando encontrar a su amiga, incluso pensó en ir a tocar a su puerta, pero luego se arrepintió, llego el mediodÃa cuando escucho que en el primer piso estaban abriendo la puerta y arrastraban maletas, la familia bajaba directo al lobby dispuestos a marcharse, Thomas los seguÃa desde atrás.
Ya estando en el Lobby los padres de Carolina hablaron unos minutos con la anciana Margot, Thomas aprovecho para despedirse de su amiga, él sabÃa que no la volverÃa a ver nunca más, ella le tomo de la mano, en ese momento los niños sintieron algo muy extraño, una energÃa rara, como si ambas manos se volvieran una sola, la niña se asustó un poco y le soltó la mano a su amigo.
-Adiós Thomas- al final tenÃas razón, gracias por todo.
Thomas se despidió de la niña y también de la mama de la niña, la señora no le respondió.
-Mama despÃdete de Thomas- le reclamaba Carolina.
- ¡Por dios niña! ¿Hasta cuándo con lo mismo? – exclamó la madre molesta- en la casa se llama Clara, acá se llama Thomas, ¿Cuántos amigos imaginarios más inventaras? ¡Ya estás muy grande para eso! - le refutó mientras la tomaba fuertemente de la mano hacia la salida del hotel. Carolina volteo la cabeza y con la mano le hizo un ademan de despedida a su amigo.
El confundido niño no entendÃa nada, se acercó a la anciana, él le hablaba, pero esta no respondÃa, triste y meditabundo recordó que él no era bueno inventando historias, subió al segundo piso y empezó a deambular por los pasillos golpeando suavemente las paredes como lo habÃa hecho antes… y como lo seguirá haciendo siempre